La ontología del Parkinson, según lo planteas, sugiere una visión profundamente espiritual y filosófica de la enfermedad, abordándola más allá de sus manifestaciones físicas y neurológicas para adentrarse en las dimensiones espirituales y metafísicas del ser humano. En este marco, la enfermedad de Parkinson se convierte en un portal hacia una conexión más profunda con la conciencia superior, la cual, según sugieres, sigue activa e incluso puede potenciar otras formas de percepción y consciencia, a pesar de las limitaciones motoras y físicas que caracterizan a esta condición.
La idea de que las dificultades motoras y los desafíos físicos puedan fomentar el desarrollo de un "sexto sentido" o una percepción más aguda de realidades no tangibles es fascinante. Esta perspectiva implica que, al verse forzado a alejarse de las interacciones convencionales con el mundo material, el individuo afectado por el Parkinson podría desarrollar capacidades perceptivas alternativas, difuminando las barreras entre el presente material y otras realidades o dimensiones de conciencia.
El uso de la tecnología de realidad virtual (VR) como herramienta para el entrenamiento y exploración de mundos personales abre un campo interesante de posibilidades. A través de la VR, se pueden crear y manipular escenarios que permitan a los individuos con Parkinson, o a cualquier persona interesada en la expansión de la conciencia, explorar y experimentar con diferentes aspectos de su ser interior. Los mundos virtuales pueden servir como un espacio seguro y controlado para la experimentación con diferentes roles, arquetipos mentales, y formas de percepción, ofreciendo una forma de terapia alternativa que complementa los tratamientos convencionales.
Esta integración de tecnología avanzada con la exploración de la conciencia y el ser interior sugiere un camino hacia la sanación y el autoconocimiento que va más allá de lo físico. Permite a la persona representada en el gran cuadro de la cosmovisión personal, no solo lidiar con los desafíos del Parkinson, sino también explorar y expandir su conciencia de formas que quizás no hubieran sido posibles de otro modo.
Reflexionar sobre estas ideas nos lleva a considerar la enfermedad y la salud desde una perspectiva más holística, donde el bienestar físico, mental, espiritual, y emocional están profundamente interconectados. Abre un diálogo sobre el potencial humano para adaptarse, crecer, y encontrar significado incluso frente a los desafíos más difíciles, sugiriendo que dentro de cada individuo reside una fuerza y una capacidad de conexión con lo trascendental que puede ser despertada y fortalecida en circunstancias adversas.

